top of page
  • Foto del escritorClaudio Ortiz

Anton Bruckner y Richard Wagner



Anton Bruckner y Richard Wagner

Tres semanas antes de la muerte de Richard Wagner, Anton Bruckner (1824-1896) y como presintiendo la muerte de Wagner, le escribió al famoso director de orquesta Felix Mottl* (1856-1911): "Una vez llegué a casa y estaba muy triste; pensé, el maestro no puede vivir mucho más. Fue entonces cuando me vino a la mente componer el Adagio en Do sostenido menor". Bruckner se refería al segundo movimiento de su 7a Sinfonía. (oír en parte). Es en esta sinfonía donde el compositor usa por primera vez las Tubas Wagnerianas, instrumentos que Wagner hizo construir especialmente para el »El Anillo del Nibelungo«. Las tubas le dan a esta sinfonía la sonoridad solemne y profunda que Wagner tenía en mente. El citado movimiento es una de las músicas fúnebres más conmovedoras del siglo XIX junto con, por ejemplo, la Marcha Fúnebre de la 3a Sinfonía (»Eroica«) de Beethoven (donde no hay este tipo de tubas puesto que no se habían inventado aun) y la »Marcha Fúnebre« de Sigfrido.




(*) Famoso director de orquesta, profundo admirador de Wagner. Murió de un infarto cardíaco después de dirigir »Tristán e Isolda« por centésima vez (sufrió el infarto al terminar el primer acto).

Bruckner, sus Sinfonías N°2 y 3 y la dedicatoria a Richard Wagner.

Bruckner quería dedicarle una de las citadas sinfonías a Wagner pero lograr que este viera sus composiciones resultó muy difícil ya que Wagner estaba muy ocupado con la construcción del Festspielhaus en Bayreuth. Finalmente Bruckner viajó en Septiembre de 1873 a Bayreuth, logró hablar con Wagner y pedirle que revisara sus obras para ver si alguna era digna de serle dedicada. Wagner echó un vistazo a la N°2 Sinfonía exclamando rápidamente “muy bien!” Luego viendo más en detalle la N°3 exclamó “¡Miren, miren, que cosa! que cosa!". Finalmente Bruckner se armó de valor y expresó tímidamente su intención de dedicarle una de estas obras a su venerado "Maestro de Maestros". Wagner prometió comunicarle por la tarde si aceptaba la dedicatoria. En su excitación Bruckner vagó sin rumbo por las calles de Bayreuth durante toda la tarde, tropezó con las obras de construcción del Festspielhaus, trepó por los andamios, olvidó la hora y el lugar del encuentro posterior con Wagner y finalmente tuvo que ser bajado de un andamio lleno de cal y polvo por un criado enviado por este. Llegó a la Villa Wahnfried donde Wagner le abrazó efusivamente, lo besó y le dijo, con elogiosas palabras, aceptar la dedicatoria.

Bruckner no pudo contener las lágrimas, sollozó de alegría y luego, durante dos horas y medias, ambos conversaron amenamente. Bruckner, aunque se resistió constantemente, bebió con mucho agrado la excelente cerveza que le ofreciera Wagner y alborozado abandonó finalmente Wahnfried no sin que antes Wagner le mostrara su futura tumba (¡...!). A la mañana siguiente Bruckner era mortalmente infeliz: no podía recordar por cuál de las dos sinfonías se había decidido Wagner para su dedicatoria. Una gentil carta de este agradeciéndole una vez más la dedicatoria de la Sinfonía en Re menor (la N°3), disipó sus dudas. [Fuente: Hans Commenda: “Historias sobre Anton Bruckner", Ed. H. Muck]


Wagner y Suiza

Richard Wagner vivió quince años en Suiza. Los primeros nueve los pasó el en Zürich y fueron años que dejaron profundas huellas en su persona y su obra, ya que estuvieron llenos de privaciones y agonía espiritual. En un momento de extrema soledad espiritual escribió “Zürich es un desierto en el cual moriré”. A Liszt le escribe: “Toda mi relación con el mundo es a través del papel”. Liszt le responde: “tu grandeza es la causa de tu miseria”, observación donde este ve la capacidad de autocompasión y de sufrimiento de Wagner. Pero esos años fueron de notable productividad y marcaron un cierto deseo de Wagner de aislarse del mundo real donde se desenvolvía para volcarse a otro interior, lleno de ilusión e imaginación. Comienza a leer sobre el Budismo y se siente profundamente atraído por las doctrinas de purificación y desapego. Abandona la composición del »Anillo« para dedicarse a »Tristán e Isolda«, por nombrar solo algunas de las obras de uno de los períodos más productivos en su vida. Y entre otros muchos eventos de gran importancia en su vida, fue precisamente en Suiza donde tuvieron lugar la ruptura con su esposa Minna, el platónico romance con Mathilde Wesendonk y el inicio de su relación con Cosima von Bulow.

Hacia el final de esta primera estadía (1857-1858) el millonario Otto Wesendonk por un módico y simbólico arriendo, pone a disposición del matrimonio Wagner una confortable casa en la localidad de Enge, al lado de Zürich. En esta casa que Wagner llamaría su »Asyl« (Asilo) y que estaba a escasos metros de la lujosa Villa Wesendonk donde vivía su mecenas, es donde Wagner compuso »Tristán e Isolda« y donde, además, puso música a cinco poemas escritos por Mathilde y que resultarían en la obra conocida como los »Wesendonk Lieder«.



Pero hubo un acontecimiento excepcional, casi increíble, que talvez ningún escritor, ningún dramaturgo, podría haber podido imaginar. En esa casa, el 5 de Septiembre de 1857, Richard Wagner invitó a un grupo reducido de personas a una presentación de musical y declamación de algunas partes de su »Sigfrido« y donde se dieron cita simultáneamente las tres mujeres que jugarían un rol central en su vida: Minna, la esposa que no disfruta de las deslumbrantes apariciones en público de Richard porque muestran a una persona diferente de la que ella tiene a su lado; Mathilde, la musa que tiene la sensación de poseer toda la creación de Wagner, y de paso a toda la persona, y que se siente llamada a sacar el máximo de su fuerza creativa; y Cosima, quien en su viaje de luna de miel con su esposo Hans von Bülow, entusiasta Wagneriano (...), visitan al matrimonio Wagner y donde Richard cree ver en ella, en forma casi clarividente, a una persona de especial sensibilidad y con una excepcional capacidad para comprender su obra. Y su sospecha se ve rápidamente confirmada cuando al final de su presentación le pregunta acerca del efecto de su obra y Cosima ... estalla en lágrimas.

El resto es historia.



El sitio web de la Fundación Richard Wagner de Chile.

Para más informaciones acerca de la vida y obra de Richard Wagner le invitamos a ver nuestras conferencias https://www.frw.cl/conferencias


Citas

»Odio a Wagner, pero de rodillas« Respuesta de Leonard Bernstein frente a la pregunta de cómo el, siendo judío, podía amar la música de Wagner.



15 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Fundación

Chile

Bandera de Chile.jpg
bottom of page